27 mayo, 2006

PornoPAU en Cataluña

En Cataluña, desde que manda (decir que gobierna sería excesivo) el PSOE, junto con ERC (ya no) e ICV, cada año se pone mejor la cosa. Además de haber terminado de imponer el catalán de forma obligatoria hasta la universidad (y no sé si en ésta), resulta que los textos obligatorios ya no son de esa cosa antigua y anacrónica que es la Grecia clásica, y menos aún del Siglo de Oro español (¿para qué poner textos de la opresora España?) o similares. Porno duro y de lectura obligatoria. Con un par. Y no sólo eso.

Además, el Gobierno catalán, como se ve que deben de andar sobrados de dinero, se dedica a financiar el doblaje de alguna peli porno al catalán, como si a alguien le interesara la lengua que hablan los actores en este tipo de cine.

En fin, aquí un extracto de la noticia y del "libro" que todos los chavales catalanes de 2º Bachillerato tendrán que leerse para enfrentarse a la PAU con garantías.

El libro es de un tal Quim Monzó, que es al parecer, lo más parecido a Shakespeare que han encontrado los prohombres del Tripartito, ahora Bipartito.

Quiero advertir que los extractos del libro son explícitos, y pueden herir la sensibilidad (de hecho, la hieren) de cualquier persona normal. También quiero pedir perdón por la vulgaridad del vocabulario, pero en fin, creo que está justificado para entender lo grave que es el hecho de que se haga leer eso a gente que aún no ha alcanzado, creo, la madurez intelectual suficiente para leer este tipo de cosas. Y más, que lo promueva una administración pública como lo es el Gobierno catalán.


VIOLACIONES, DROGAS, DESVIACIONES SEXUALES...
La Generalidad obliga a leer para el examen de Selectividad un libro plagado de contenidos inmorales

Lo adelantó en su columna habitual en Libertad Digital José García Domínguez. La asignatura de Catalán, dentro del temario para las próximas pruebas de selectividad, incluye entre las lecturas obligatorias el libro Olivetti, Moulinex, Chaffoteaux et Maury, del escritor barcelonés Quim Monzó. Los relatos de Monzó presentan a personajes pervertidos que hacen apología del crimen, la violación, la pederastia o el consumo de drogas, siempre acompañado de toda forma de desviación sexual. La Generalidad decidió que este libro representa la literatura catalana y no ha dudado en orientar a los profesores sobre la forma en la que deben explicar su significado.

Más información en Libertad Digital.

Y los extractos en cuestión, sacado, también, de LD.

UNA SELECCIÓN DE "OLIVETTI, MOULINEX, CHAFFOTEAUX ET MAURY"
"Ninguna aberración me era extraña". Lecturas obligadas para la Selectividad en Cataluña

(...)
- Hola Enric, ¿no te acuerdas de mí?- ...
- Ayer por la noche pensé mucho en ti y...
- ¿Y te metiste tres dedos?
- Cuatro. Porque estaba muy húmeda y me entraban muy bien, suavemente, como nunca...

Es el punto álgido del séptimo relato de "Olivetti, Moulinex, Chaffoteaux et Maury", el polémico libro de Quim Monzó que es de lectura obligatoria para todos los adolescentes catalanes que se presentan a la Selectividad. Un libro publicado hace ya 26 años y que, en su día, hasta obtuvo un premio, el de la Crítica Serra d'Or, allá por 1981.

Catorce relatos breves, a veces tanto que sólo la sal gorda impide que pasen desapercibidos al lector. A caballo entre la pornografía y un presunto erotismo de pésimo gusto, el autor catalán da rienda suelta a su creatividad dibujando otros tantos personajes imposibles. Un desfile de enfermos mentales y anormales surgidos de la imaginación del escritor.

Un demente, decidido a cometer un asesinato por simple placer:

Por la tarde, mientras miraba la tele, conseguí formularlo de manera coherente. Y (como si confiara en que el hecho de escucharlo en palabras, claras y rotundas, me tuviera que asustar y, por consiguiente, desdecirme) lo repetí en voz alta.

- He de matar a alguien

(...) Entendia una verdad que me parecía atroz por ser tan cierta: no es culpable quien comete un crimen, sino aquel que, habiendo cometido un crimen, se deja capturar.
(...) No me hacía falta, pues, decidir a quien matar: sería el azar quien me condujera a la víctima.

Una ninfómana, que confiesa a su novio cómo se divierte con un tercero sin escatimar detalles:

En cambio, aciertas de lleno cuando dices que con Bert me lo paso mejor. ¡Y tanto! Me gustaría que pudieses medir las diferencias que os separan que son, también, mentales. Y, como eres un tanto masoquista, te contaré que al musitarme al oído todo lo que me hará, me pone húmeda como tu no me has puesto jamás. Puedo pasarme horas y horas acariciándole y, cuando me harto, hago que descargue donde quiera. (...) ¿Te has excitado al leer como me soba Bert? Me soba y me palpa y me pone los dedos por todas partes, por todos los agujeros que encuentra (y yo se los pongo a él) (...)

En el autobús, cuando va lleno, le pongo la mano dentro del abrigo, y dentro de la bragueta, y se la agarro, dura, firme y caliente, y se la sacudo al ritmo de la marcha del autobús, hasta que se me derrama en los dedos, y me los relamo mientras bajamos.

Un violador vocacional que se regodea en el delito:

De pequeño, cuando me preguntaban: "y tú, majo, ¿qué quieres ser de mayor?, contestaba: "Depravado". Y he dedicado todos los esfuerzos de mi vida en conseguirlo. (...)

Movido por la experiencia inicial, de primeras me convertí en violador.

Y, dado que no puede haber reflexión teórica fructífera si no va acompañada de una praxis consciente, fui (alternativamente, consecutivamente, simultaneámente) exhibicionista, voyeur, pervertidor de menores, gigoló, sádico, amante de la zoofilia, masoquista, sodomita. Terreno que tenía prohibido, terreno que tomaba al asalto. Ninguna aberración me era extraña. (...) me tuve que masturbar mirando fotos de animales (cerdos, perros y burros) que penetraban a boquiabiertas damiselas de cabello rubio teñido. (...) Comencé a desnudarla, opuso poca resistencia. La lucha por quitarle la falda fue un poco más ardua. Eso me dio coraje: por fin una resitencia en sentido estricto después de mucho tiempo. (Estas adolescentes de ahora que ni se te resisten, te hacen perder el aliciente por las pequeñas cosas de la vida). Me ví obligado a aplicarle la fuerza. (...) Le desgarré las medias, que eran de raso, y cuando intenté meterle un dedo constaté que no podía: pasaba alguna cosa extraña. (...) No solamente no la forcé, sino que, para satisfacerla, utilicé pepinos, zanahorias, berenjenas. Dice que me quiere mucho.

Y para terminar, una pareja de jóvenes, aislados en un pueblo de Holanda, disertan sobre las drogas y sus efectos:

Mmm. Sería el paraíso que alguien tuviera un ácido por aquí (...) ¿Has probado alguna vez el ácido? ¿Sí? Me extraña. ¿Y las setas alucinógenas? Eso, seguro que no lo has probado nunca, ¿verdad? No, claro. Yo sí. Las setas son… Es imposible explicarlo. Las setas son… Todo. Son como una película. Te lo pasas como en una película de Walt Disney: el cielo de un azul profundísimo, de decorado, falso y al mismo tiempo verdadero como nunca.

Escucha, ¿a qué se llama nieve? ¿a la heroína o a la cocaína? Qué ironía, hablar de nieve, ahora: estando rodeados. Podríamos salir e inyectárnosla toda (o esnifarla, depende): así sí que nos iríamos rápidamente. Yo, una vez, tuve un novio que se pinchaba, y era un problema porque no se empalmaba nunca; y a mí, cuando una cosa no se puede hacer, aun me entran más ganas de hacerla. Imagínate, me moría por follar con él, y no había manera.

16 mayo, 2006

Mentiras sobre la intervención en Irak

Un buen resumen del GEES en LD sobre las mentiras que dicen aquellos que hace ahora 3 años defendían que no se debía intervenir en Irak, es decir, que el régimen genocida de Saddam Hussein (cuyo partido Baaz se hizo a imagen y semejanza del Partido Nacionalsocialista Alemán, es decir, el partido nazi) debía seguir en el poder, masacrando y empobreciendo a su pueblo con la excusa del embargo.



Irak y el terrorismo

Casi nada de lo que se argumenta en contra de la guerra de Irak por quienes se opusieron a ella y siguen explotándola en su beneficio político es verdad. Aupados por un campo defensor de la intervención militar cada día más retraído, particularmente en España, se lanzan mentiras constantemente que se quieren hacer verdades. Pero no lo son. Una de ellas es la idea de que la guerra para derrocar a Sadam Husein ha causado un aumento del terrorismo internacional.

En primer lugar se dice que hoy Irak es el campo de batalla del terrorismo, a tenor de la violencia y los atentados que en ese país se comenten casi a diario. Y se pone como contraste la ausencia de atentados terroristas bajo el régimen despótico de Sadam. Ya de por sí la comparación del antes con el ahora revela un grave problema de equiparamiento del régimen totalitario y represor de Sadam con el gobierno actual, pero es que, además, entra en contradicción con el siguiente postulado que se suele emplear en este terreno, que la intervención ha aumentado la violencia terrorista a nivel global.

Nada que objetar a que el Irak de hoy concentra un nivel de violencia terrorista muy superior a todo lo conocido antes en el país (aunque la violencia del régimen fuera aún todavía más letal). Irak antes albergaba a terroristas y exportaba, bajo su control, la violencia. Ahora la sufre, venida de fuera, en sus propias carnes. Lo que no tiene lógica es afirmar contundentemente que Irak es fuente de más terrorismo internacional. Lo es de su concentración en el país, puesto que la yihad islámica ha tomado Irak como su frente central sobre el que hacer bascular el camino hacia su victoria; o nuestra derrota. Sin embargo, Irak no ha sido fuente de ningún atentado importante fuera de sus propias fronteras. Es una violencia autocontenida geográficamente.

Al contrario, lo que está suponiendo Irak para la yihad global es una permanente sangría de sus recursos humanos. Según fuentes de inteligencia, cerca de medio centenar de árabes franceses han dejado Francia para irse a inmolar en suelo iraquí. De la misma forma, más de cuarenta musulmanes españoles han seguido igual suerte. Algunos lo han conseguido, otros han sido detenidos o eliminados por las tropas de la coalición y de unos pocos se desconoce su paradero. Pero la verdad es que todos aquellos que quieren morir por la causa islámica se sienten llamados a hacerlo en suelo de Irak, no en sus lugares de residencia.

Al final, y en contra de socialistas, izquierdistas, pacifistas, antiglobalización y demás radicales, Irak nos estaría haciendo un gran favor: quitarnos de en medio a potenciales suicidas, que dejan nuestro suelo para ir a matar y morir lejos de aquí. ¿No es de agradecer?


Mentiras y armas de destrucción masiva

¿Tenía Sadam Husein armas de destrucción masiva? No se han encontrado a pesar de la intensa búsqueda llevada a cabo tras la ocupación del país. Hay quien todavía piensa que pudo haberlas y fueron llevadas a otros lugares o que han quedado sepultadas para suerte de los arqueólogos del futuro. Con todo, lo más razonable es contentarse con que Saddam no las tenía en el momento de producirse la intervención militar que acabó derrocándole.

Con todo, la inexistencia de dichas armas no conlleva automáticamente que los gobiernos occidentales mintiesen. Como mucho que estaban tan equivocados como cualquiera. ¿Quién sabía a comienzos del 2003 que Sadam no tenía esos mortíferos sistemas? Por lo que hoy se conoce, sólo el propio Sadam Husein. Sus militares estaban convencidos de que aunque su unidad no dispusiera de ellas, las que se desplegaban en sus flancos sí que las tenían; y los científicos que aunque en su laboratorio no se produjera apenas nada, que en otras instalaciones estaban a todo gas. Saldan se gastaba una enorme cantidad de su presupuesto en mantener entretenidos a sus científicos y laboratorios, a fin de garantizarse la capacidad de reconstituir sus programas cuando le fuera posible, es decir, cuando se librase de las sanciones y el embargo internacional. Pero se negó a reconocer públicamente que ya no contaba ni con armas químicas ni biológicas ni nucleares operativas, posiblemente porque temiese verse desnudo ante sus muchos adversarios dentro y fuera de Irak.

Su capacidad de engaño unida a una grave incompetencia por parte de todos los servicios de inteligencia, llevó a que todos los líderes creyeran en la existencia del arsenal de Saddam y que sólo se pudiera demostrar su inexistencia después de haber invadido el país. Y cuando decimos todos queremos decir todos, no sólo Bush, Blair y Aznar. Zapatero nunca dijo que las armas no existieran, sino que pidió en el Congreso que se lograra desarmar a Sadam por otros medios que no fueran la invasión; Solana llegó más lejos, y dijo ante los periodistas que no necesitaba escuchar a Blair para saber que Sadam tenía armamento de destrucción masiva; la Internacional Socialista, reunida poco antes de la acción militar, se manifestó en los mismos términos. Si alguien mintió sobre este asunto fue Sadam Husein.

¿Ahora bien, deslegitima la guerra que no se hayan encontrado las armas de Sadam? Bajo ningún concepto. Lo que sí se ha podido demostrar es que la ambición de Sadam era poder llegar a tenerlas en cuanto pudiera. Un dato incontrovertible. Por no hablar de la obligación moral de poner fin a sus maldades y atrocidades.

Por otro lado, a todos los que siguen recurriendo a la idea del engaño y la mentira, conviene recordarles que ha habido numerosas investigaciones independientes, tanto en los Estados Unidos como en el Reino Unido, donde no se han encontrado evidencias de que se manipularan los informes de inteligencia para ajustarlos a una decisión política. Y a quien exige que la decisión política se rija por lo que se dice desde la inteligencia, refrescarle que eso es una perfecta memez. Que lo que los servicios de inteligencia hacen es apoyar con sus elementos informativos la decisión política, no sustituirla. Y además, que no se olvide que el campo de actuación de los agentes y analistas de inteligencia es truculento y lleno de sinsentidos. Quien oculta siempre juega con ventaja.

Las armas se han buscado y no se han encontrado. Pero el único que hubiera podido detener una intervención militar a comienzos del 2003 era Sadam Husein. Le hubiera bastado ir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y tal como le volvió a exigir la resolución 1441 de finales de 2002, haber reconocido que ya no tenía arsenales de destrucción masiva, haber explicado cuándo y cómo los perdió y haber autorizado a los inspectores de la ONU a ratificar in situ su testimonio. Pero no lo hizo. Él, Sadam, es el gran mentiroso de esta historia. Hoy son otros, como el gobierno de Rodríguez Zapatero, los herederos de su tradición.


De: GEES, Grupo de Estudios Estratégicos, en Libertad Digital.

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12 mayo, 2006

Derecho a dudar sobre el 11M

Fantástico artículo de Federico Quevedo sobre la cuestión del 11M y el derecho (yo diría que hasta deber) que tenemos para dudar sobre todo lo que nos han contado el PSOE y sus infinitos medios de comunicación sobre lo que rodeó aquella masacre.

Y es que, por mucho que se empeñen, siempre habrá gente que querrá pensar por sí misma y no someterse a sus dictados.


El PSOE es un partido que demostró entre 1982 y 1996 que era capaz de todo, de lo más bajo y ruin, de lo mas asqueroso, de lo más rastrero. Desde el terrorismo de estado (GAL) hasta la corrupción al por mayor (BOE, Cruz Roja, Ibercorp, Mariano Rubio, Filesa, Eductrade, Roldán, AVE, Expo, Olimpiadas, el hermano de Alfonso Guerra... y escribo de memoria) pasando por el silenciamiento de medios hostiles (Diario 16, Antena 3 Radio) o la persecución a sus periodistas (Pedro J., Melchor Miralles, Antonio Herrero, ...). No hay ningún motivo para no pensar que la basura que quedó en las cloacas del Estado tras aquello esté metida de alguna manera en el 11M. Y las trabas, manipulaciones, ocultamientos, etc... que ha habido en estos 2 años no hacen más que acrecentar (y justificar) la duda.


¡Quiero saber la verdad!
Federico Quevedo

Aquella mañana, en las horas siguientes a los terribles atentados del 11 de marzo de 2004, una persona de figura oronda, pelo blanco y hablar entrecortado se dirigió a la sede del Centro Nacional de Inteligencia para ofrecer sus servicios como experto en asuntos islámicos. Aquella persona de figura oronda, pelo blanco y hablar entrecortado no era ningún cualquiera, por supuesto, pero nada tenía que ver con quienes en aquel momento ostentaban el Gobierno de la Nación. Y, sin embargo, ni el presidente, ni el ministro de Defensa, ni ninguno de los que integraban el Gabinete de Crisis creado para hacer frente la situación supieron nunca de la llegada al CNI de aquel personaje, dispuesto a ofrecer su ayuda para esclarecer los hechos. Según parece, según me cuentan mis fuentes, Miguel Ángel Moratinos tenía mucho interés en colaborar en la tarea de desentrañar la trama islamista del 11-M desde los primeros instantes posteriores a los atentados. A nadie se le oculta que Miguel Ángel Moratinos guarda una estrecha amistad con quien entonces dirigía el CNI, Jorge Dezcallar. La pregunta es, sin embargo, ¿por qué ese interés de Moratinos por conducir la investigación hacia la pista islamista desde el primer momento, cuando en las primeras horas y siguientes los servicios de información apuntaban a ETA de manera indudable? Es más, ¿por qué se ocultó aquella visita al CNI al Gobierno de la Nación? ¿Quién la ocultó? ¿Quién la permitió? ¿Por qué Moratinos estaba tan seguro de que era un atentado islamista? ¿Por la misma razón que lo sabía Rubalcaba?

Yo tengo la convicción moral de que los atentados del 11 de marzo de 2004 fueron el producto de una conspiración para echar al PP del poder. A quienes me preguntan, y son muchos los que lo hacen, si creo a la izquierda española capaz de semejante barbaridad les contesto, sin dudarlo, que sí, lo cual no quiere decir que señale a nadie como culpable. Pero es un hecho que hoy algunos de los que en su día mataron, secuestraron y enterraron en cal viva en nombre del Estado campan a sus anchas e, incluso, se les trata como personas respetables. Siempre he creído que quien ha matado una vez en nombre de una determinada e interesada causa política puede volver a hacerlo sin importarle las consecuencias. Tengo derecho a dudar. Es más, por mi profesión, estoy obligado a dudar, y con más motivo si quienes se empeñan en hacerme creer una única verdad son los mismos que negaban entonces la existencia de los GAL y del crimen de Estado. Si lo hicieron una vez, ¿por qué no van a volver a hacerlo? Ayer, en un artículo que pasó algo más desapercibido por la avalancha de informaciones y opiniones sobre la famosa tarjeta del Grupo Mondragón y el lío que se ha montado en torno a ella, afirmaba sin dudarlo que creo a la izquierda capaz de todo para lograr el poder, y capaz de todo para no perderlo. Incluso, aliarse con quienes llevan décadas matando, poniendo bombas y provocando masacres como la de Hipercor: solo les recuerdo que alguna vez esos mismos fueron considerados héroes por esa izquierda.

Tengo derecho a dudar. Es más, estoy obligado a hacerlo, les decía. Lo primero que me enseñó mi jefe de estudios en la carrera de Periodismo, casi diría que el primer día, fue eso: “Duda –me dijo-, porque solo de la duda obtendrás la verdad”. Y más de una vez les he dicho a ustedes que solo la verdad nos hará libres. Pero, fíjense, a mí me da igual si existía o no esa tarjeta de visita en la furgoneta. A lo largo de estos dos años hemos conocido numerosas informaciones que se han demostrado auténticas y que en cualquier otro país del mundo hubieran significado, por sí mismas, la apertura de una investigación seria y rigurosa. Yo me he leído el sumario del juez Del Olmo, en el cual puede uno toparse con lagunas como océanos, pero no he encontrado ninguna referencia –creo- al militante socialista asturiano Fernando Huarte y sus contactos con los supuestos terroristas, ni tampoco al hecho sorprendente de que uno de los implicados en la masacre estuviera afiliado al PSOE. Nunca hemos sabido quién le avaló, y sin aval es imposible hacerse militante socialista. Les invito a intentarlo. Qué curioso, Huarte trabajaba para el CNI que dirigía Dezcallar, el hombre en el que Felipe González confiaba casi a ciegas, y también aquellos que formaron parte de una de las páginas más oscuras de nuestra reciente historia. Desde el pasado 3 de abril, y gracias a una denuncia de Manos Limpias, se han abierto diligencias previas contra Huarte y otros 19 policías por el 11-M y por haber, supuestamente, ocultado información. Les diré algo: el PSOE heredó del franquismo una infraestructura de inteligencia e información que la UCD no depuró y que los socialistas aprovecharon en toda su extensión. Aquellos hombres estaban acostumbrados a la represión y al crimen en nombre del Estado. Por desgracia, Aznar no tuvo la valentía suficiente para deshacer esa infraestructura, y aquel 11 de marzo de 2004 se volvió contra él a favor de aquellos con los que habían compartido un mismo modo de entender la política.

Tengo derecho a dudar y a creer, como creo, que el 11-M fue el fruto de una conspiración. Y no caben posiciones intermedias en algo como esto. La simple duda sobre la verdad oficial conduce directamente a la sospecha de que algo se nos está ocultando, algo grave y probablemente horrible. Pero, fíjense, ¿nunca han pensado que si realmente el Gobierno socialista pudiera hundir, en toda la extensión del término, al PP con lo que pasó el 11-M, ya lo habría hecho? La izquierda no ha escatimado oportunidad alguna para machacar al Partido Popular con todo aquello que consideraba podía herirlo y anular sus expectativas electorales. Entonces, ¿por qué da la callada por respuesta a todo lo que sobre el 11-M vamos conociendo? La nota de la Policía sobre la tarjeta no hace sino confirmar que la política del Gobierno es callar y no aclarar la verdad, porque si el Ejecutivo quisiera responder a todas las veces que se ha cuestionado la investigación, la respuesta no vendría de la mano de una nota de la Policía: hubiera salido Rubalcaba atacando al PP y ridiculizando hasta la carcajada su posición sobre este tema. Y, sin embargo, calla. No solo eso: está inmerso en una ceremonia de ocultación y destrucción de la verdad. Lo dije una vez y lo reitero hoy, porque creo que merece la pena recordárselo a aquellos que tratan como ‘irresponsables’ a quienes no nos da la gana de agachar la cabeza y asentir como monos a las tesis del Gobierno y, sobre todo, a quienes se esfuerzan desde su atalaya mediática por esclarecer la verdad: sin ellos nunca hubiéramos sabido que existía el crimen de Estado, ni la corrupción. Perdónenme los baluartes periodísticos del pensamiento único: yo respeto que ustedes no me crean, respeten mi derecho a no creerles.

Esta es una cuestión, como escribía ayer uno de los periodistas que más me han enseñado en esta profesión que ejerzo lo mejor que puedo -mi director, Jesús Cacho-, de principios. Y yo tengo los míos, y la libertad consiste en que pueda defenderlos y expresarlos sin que nadie me lo impida. Y yo amo la libertad. Amo la libertad de Oscar López Fonseca para creer que todo lo que publican los medios que tratan de demostrar que detrás del 11-M hubo algo distinto de lo que nos han dicho que hubo, es falso. Y además defenderé ante quien sea su libertad y su profesionalidad, que respeto y admiro. Igual que respeto y amo la libertad de Antonio Casado para afirmar que todo esto es el fruto del subconsciente de unos malos perdedores. Pero no es así, y además él lo sabe. Porque lo que no puede negarme nadie es que en aquellos días desde la sede del PSOE se orquestó una campaña brutal y antidemocrática –porque antidemocrático es el uso de la jornada de reflexión para lanzar mensajes que en ese momento eran vitales en la estrategia política socialista- contra el Partido Popular. El 11-M fue el fruto de una conspiración de la que participó la izquierda española para echar al PP del poder. Tengo derecho a creerlo y, por lo tanto, a decirlo. La manera de participar puede ser muy diversa, incluso involuntaria, pero lo cierto es que esos atentados se utilizaron de modo que quienes ahora nos gobiernan obtuvieron el beneficio de la victoria electoral. Y lo cierto también es que, después de haberme leído el sumario del juez Del Olmo, si hay algo que me queda claro, es que seguimos sin saber quien o quienes fueron los autores intelectuales del atentado, y yo creo, y así lo digo, que siguen estando cerca de nosotros, tan cerca que casi podríamos hablar con ellos.

Es una cuestión de principios, y de mi libertad, y de la libertad de los miles de españoles que después de dos años siguen queriendo saber la verdad de lo que pasó aquel 11 de marzo de 2004. Hay quienes prefieren pasar página, superar el dolor, olvidarlo todo... Yo no. No estoy dispuesto a hacerlo. Voy a seguir luchando desde mi pequeña trinchera contra la verdad oficial y la sumisión inevitable. Es mi obligación hacerlo. Me da igual lo que me llamen, que me insulten, que se rían de mí, pero se lo debemos a la Libertad y a la Democracia que tantas vidas ha costado conseguir. Habrá quien proponga silenciarme –sé que ya lo han hecho- y silenciar a quienes siguen investigando porque han aprendido a dudar y que de la duda surge la verdad, pero nada hará que deje de creer en la libertad y en la necesidad de la verdad para lograrla. El 11 de marzo de 2004 es una fecha para la afrenta, una fecha que este país no puede ni debe olvidar nunca, una fecha que nos obliga a llegar hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga, le pese a quien le pese, y me da igual si del conocimiento final resulta que hay que exigirle responsabilidades al anterior Gobierno o hay que exigírselas a este: lo que pasó causó tanto dolor y tuvo tan brutales consecuencias que nuestra obligación es levantar todas las piedras que algunos se han empeñado en poner encima de la investigación para ocultarla. Quiero saber la verdad, tenemos derecho a saberla, y la obligación moral de descubrirla si queremos que este país sea la gran nación que pudo ser.

Extraído de: El Confidencial

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