16 marzo, 2006

Pacifismo suicida

Artículo muy interesante sobre la actitud que no pocos dirigentes y habitantes europeos mantuvieron en el pasado s. XX frente al totalitarismo fascista de Hitler. Es curioso ver como la actitud suicida y en mi opinión hasta estúpida que mantuvieron amplísimos sectores de la izquierda en aquella época se repiten hoy en día. Como siempre, la izquierda no sólo no aprende de sus fallos y errores, sino que los repite sin cambios. Quisieron la paz con quienes no querían paz (veáse Pacto de Múnich) e hicieron sufrir a Europa una Guerra muchísimo peor que la Primera apenas dos décadas después. Lo mismo, exactamente lo mismo, pasó luego con el comunismo, una de las mayores estafas intelectuales que ha dado la Historia. De risa si no fuera por los cien millones de muertos que lo comntemplan. A lo largo y ancho del mundo. Y todavía veo "personas" con camisetas del Ché Guevara, o con símbolos comunistas por ahí. Y no, no veo yo que se les caiga la cara de vergüenza. Y lo mismo, exactamente lo mismo, lo vemos hoy en la izquierda con el totalitarismo fanático islamista. Ellos que se llenan la boca con asuntos como el feminismo, los derechos de los homosexuales o la defensa de los derechos humanos, callan como eso que están pensando cuando se trata de la relación de esos temas con el mundo islámico, donde a nadie se le esconde que no hay respeto a los DDHH, ni por supuesto a mujeres y/o homosexuales.

Por supuesto, siempre quedarán personas con dos dedos de frente, que como Roosevelt o Churchill en su tiempo, o Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Juan Pablo II no hace mucho, sabrán hacer frente a las amenazas que se ciernen sobre el mundo occidental sin hacer demasiado caso a quienes, aunque no lo hagan con mala intención, contibruyen con sus actitudes a ayudar a quienes quieren -y lo dicen de manera explícita- acabar con el modo de vida que nos hemos dado en Occidente.



Curso de primero de apaciguamiento
Victor Davis Hanson


Es fácil condenar a los apaciguadores de Hitler en los años 30, como Stanley Baldwin y Neville Chamberlain en Inglaterra y Edouard Daladier en Francia, dado lo que finalmente hicieron los nazis cuando se les permitió. Pero la historia exige que no sólo reconozcamos la verdad ex post facto, sino que tratemos también de reconstruir el fundamento de algo que ahora, en retrospectiva, parece inexplicable.
El apaciguamiento en los años 30 era popular en el público europeo por varias razones, todas ellas instructivas en nuestras dudas sobre si detener a un Irán nuclear, sobre si defender el derecho de los periódicos occidentales a imprimir lo que quieran o, en general, sobre si luchar contra el islamismo radical.
Primero, Europa había sido casi destruida durante la Gran Guerra, sólo unos 20 años antes. Ningún líder responsable de la posguerra quería arriesgarse a un segundo baño de sangre continental. Lamentablemente, Hitler lo entendía demasiado bien. En el juego de la gallina diplomática, él calculó que muchos de los estadistas democráticos responsables tenían más que perder que él ya que era el enemigo más débil, además de que ya había sido vencido con anterioridad.
Los intelectuales británicos, al igual que los idealistas de la Unión Europea de hoy, escribieron libros y tratados sobre lo obsoleta que es la guerra. Los conflictos, supuestamente, los causaban voraces mercaderes de armas y buitres domésticos, no dictadores antidemocráticos que interpretaban la tolerancia como debilidad. Winston Churchill era una voz en el desierto, demonizado como belicista y como cosas peores.
Hoy, terminada una Guerra Fría que duró 50 años, Europa finalmente se ve libre del agobiante gasto militar y de la amenaza de la aniquilación global. Al igual que Osama bin Laden, el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad detecta cierto hastío en gran parte de un Occidente que confía en la paz perpetua. Asume que los occidentales más sensatos harán casi lo que sea con tal de evitar un enfrentamiento militar para detener una amenaza en potencia, aunque, a diferencia de Hitler, Ahmadineyad no sólo promete liquidar a los judíos sino que revela sus métodos por adelantado buscando armas nucleares.
Algunos ingenuos conservadores en la Europa prebélica pensaron que los fascistas alemanes e italianos serían una valiosa muralla contra el comunismo y que, por tanto, podrían ser manejados políticamente con tacto. Igualmente ha sucedido por momentos con el fascismo islámico. Armar a los muyahidines en Afganistán, Pakistán o Arabia Saudí alguna vez se vio como una inspirada forma de frustrar el imperialismo comunista soviético.
En el momento de la fatwa homicida del Ayatolá Jomeini contra Salman Rushdie, comentaristas conservadores religiosos, desde Pat Buchanan al Cardenal O’Connor de Nueva York, atacaron a Rushdie en lugar de defender el derecho occidental a la libertad de expresión. Aparentemente, pensaron que semejantes amenazas islámicas a supuestos blasfemos podría tener repercusiones positivas para desalentar también los ataques anticristianos de la izquierda.
En los años 30, la doctrina del apaciguamiento le otorgó a la Liga de Naciones la responsabilidad de enfrentarse al fascismo. Tanto Francia como Inglaterra se callaron cuando Italia invadió Etiopía en 1936 y Alemania militarizó Renania. Contaban con la acción multilateral de la Liga, que emitió bastantes edictos pero envió pocas tropas.
De la misma forma, supuestamente la autoridad moral que tenemos hoy nos llevaría a referir los problemas iraquíes e iraníes a la ONU. Pero si tomamos en consideración los escándalos del programa Petróleo por alimentos y las constantes violaciones de Sadam a las resoluciones de la ONU, es poco probable que la teocracia iraní tenga mucho miedo de que el Consejo de Seguridad vaya a impedir su enriquecimiento de uranio.
Y mientras el fascismo se extendía, Francia trabajaba fortificando su frontera alemana con la Línea Maginot, los universitarios de Oxford votaban el rechazo total a "luchar por el rey o la nación bajo ninguna circunstancia" y los periódicos británicos desprestigiaban el Tratado de Versalles por castigar excesivamente a Alemania. Todo esto sucedió muchísimo antes del eslogan "No más sangre por petróleo" y de que Al Gore pidiera perdón en Arabia Saudí a sus anfitriones wahabitas por el supuesto maltrato americano contra los árabes.
Pero el déjà vu no nos concierne sólo a nosotros, sino también a nuestros enemigos. Al igual que la fantasía nazi del glorioso y venerable Volk, los islamistas se remontan a una pureza mítica, libre de la decadencia causada por el liberalismo occidental. De forma similar, se alimentan de la victimización, pero no por recientes derrotas sino por una amargura de siglos ante el auge de Occidente. Su versión de la puñalada por la espalda al estilo Tratado de Versalles es siempre por la creación de Israel.
Al igual que Hitler tramó incidentes como el incendio del Reichstag para provocar indignación, los líderes islamistas incitan la histeria de sus seguidores con un supuesto Corán en el retrete en Guantánamo y varias viñetas incendiarias, algunas de las cuales jamás fueron siquiera publicadas por los periódicos daneses.
El antisemitismo, por supuesto, es la leche materna de la que se nutre el fascismo. Es siempre, dicen ellos, un pequeño grupo de judíos –sean misteriosos consejeros de Gabinete y banqueros internacionales de los años 30 o los neoconservadores manipuladores y los líderes israelíes de la actualidad– quienes arman todo el problema ellos solos.
La razón para hacer la comparación no es sugerir simplemente que la historia se repite sino aprender por qué hay gente inteligente que se autoengaña al apoyar políticas ingenuas. Después de la eliminación de los talibanes y de Sadam Hussein, la furiosa respuesta del mundo islamista fue censurar los periódicos occidentales junto con los acelerados esfuerzos de Irán para conseguir la bomba nuclear.En respuesta, o bien Occidente sigue resistiendo a las habituales amenazas post 11-S o si no veremos que las exigencias de los matones sólo van en aumento mientras nuestra propia resistencia se debilita. Al igual que el apaciguamiento de los años 30, optar por la alternativa más fácil solamente nos garantizará una alternativa posterior mucho más costosa.
©2006 Victor Davis Hanson*Traducido por Miryam Lindberg


Victor Davis Hanson es un prestigioso historiador militar, escritor y columnista sindicado de Estados Unidos. Actualmente es especialista investigador del Hoover Institution

Extraído de:
Libertad Digital

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07 marzo, 2006

20 preguntas a ZP

He encontrado esto en la sección de Cartas de los lectores de Libertad Digital. Un documento muy interesante que da un buen repaso a algunas de las cuestiones más polémicas sobre las que, como de costumbre, Zapatero no da la cara, y si lo hace, es para mentir, desvíar la atención y/o tirar balones fuera.


Mis 20 preguntas a Zapatero
Me dirijo a usted de esta forma porque es la única que tengo como ciudadana anónima. Esta carta es para hacerle algunas preguntas, a las cuales usted nunca responde cuando se le pregunta, y dado su secretismo y sectarismo, considero que tengo derecho a una respuesta. Se la exijo, ya que usted me representa, aunque sea en contra de mi voluntad:
1.- ¿Por qué no dijo antes de las elecciones que pensaba cambiar el Estatuto de Cataluña y la actual Constitución vigente con su modelo de Estado?
2.- ¿Por qué dice no estar negociando con ETA y todo nos evidencia lo contrario?
3.- ¿Por qué no ha destituido al corrupto ministro Montilla, y no ha querido investigarle?
4.- ¿Por qué no acude al Congreso a dar explicaciones cada vez que se le solicitan, y siempre manda a otro o lo “elude” con el apoyo de sus socios parlamentarios?
5.- ¿Por qué permite y favorece una OPA en la que se perjudica a los consumidores y de la que se han mostrado en contra los entendidos y el Tribunal de la Competencia? ¿por qué miente diciendo que no es política?
6.- ¿Por qué se ha cesado a Fungairiño? La verdadera razón.
7.- ¿Por qué no ha acudido al Congreso de las víctimas, y sin embargo, recibe a los líderes musulmanes?
8.- ¿Por qué en vez de darnos argumentos, su gobierno sólo sabe hablar del Yak, de Irak y del Prestige, cuando usted tiene casos exactamente en la misma línea? Los helicópteros de Afganistán, la Fragata Álvaro de Bazán y Haití, y vertidos en las costas como el de Andalucía, aunque menos aparatosos.
9.- ¿Por qué no quiere que investigue el 11M, cuando todavía no sabemos quienes fueron sus autores intelectuales, los que lo idearon, y salen constantemente nuevos datos?
10.- ¿Por qué dice su gobierno dice que es ilegal una recogida de firmas totalmente igual que la que el PSOE hizo en 1981 para la OTAN cuando sabe que no es verdad?
11.- ¿Por qué no quiere que se haga un referéndum en España para que todos opinemos?
12.- ¿Por qué Otegui se jacta de lo bien que van las cosas, si según usted, no está negociando con ellos?
13.- ¿Por qué ha permitido a Batasuna volver a tener fuerza, a ocupar el parlamento vasco por medio del PCTV y no obliga a cumplir la ley cuando hacen manifestaciones ilegales?
14.- ¿Por qué no condena las bombas de ETA, aunque sean sin víctimas, apenas utiliza la palabra “terrorismo” sino la de “violencia”, nunca menciona a ETA? ¿por qué tampoco condena que nos insulten a los españoles?
15.- ¿Por qué “negocia” en secreto, incluso para los de su partido, sin luz ni taquígrafos, en vez de ser claro y decirnos lo que está haciendo? Prometió transparencia cuando las elecciones, y tenemos todo lo contrario. Nos enteramos por la prensa.
16.- ¿Por qué se ataca constantemente a la Iglesia católica, mientras usted recibe a los islamistas con toda cortesía, a pesar de que sus seguidores están teniendo actitudes violentas y radicales, que usted no ha condenado todavía?
17.- ¿Por qué se pone en contra de Europa y Dinamarca, en vez de defender nuestra libertad de expresión, la Occidental?
18.- ¿Por qué censura las viñetas de Mahoma, y no censura las de los cristianos, ni el gesto burlándose de la corona de espinas de Carod , ni la obra de teatro “Me cago en Dios”, ni otras manifestaciones contra la mayoritaria religión de los españoles? ¿eso no es ofensivo?
19.- ¿Por qué está traicionando a sus propios socios (ERC), al PSC con Maragall y a muchos de los integrantes de su propio partido?
20.- ¿Por qué no escucha a los millones de personas que nos hemos manifestado, contra la LOE o a favor de las victimas y contra ETA? ¿Por qué no responde a nada de lo que se le pregunta, salvo con retórica y frases hechas, pero siempre sin una sola explicación?


Estas son sólo algunas de mis preguntas. “Señor” Zapatero, deje de tomarnos por tontos, porque la mayoría somos más inteligentes que usted y nos damos cuenta de sus maniobras, sus estrategias y de gran parte de lo que está pasando, aunque no lo sepamos con certeza.

Exijo respuestas, y si no las da, consideraré que usted se ha convertido en un presidente ilegitimo. Quedo en espera.
Nieves Sánchez Real - Madrid

06 marzo, 2006

Ejemplo de represión franquista del catalán

Un gran artículo de José García Domínguez que expone un ejemplo que demuestra la falsedad de la leyenda ampliamente extendida en Cataluña (y no sólo en Cataluña) de que el catalán fue "brutalmente reprimido" durante el franquismo (en una comparación insultante y ridícula, los hay que hablan de "genocidio cultural", dejando en evidencia su analfabetismo). Esto SÓLO ocurrió durante los primeros años después de la Guerra. Luego, de represión lingüistica nada. Si el franquismo hubiera querido acabar con el catalán, lo hubiera conseguido. Así de fácil. Como lo demuestra lo sucedido con el catalán en la región francesa del Rosellón y la italiana de Cerdeña. Se quiso acabar con él, y se consiguió. Claro que aceptar la realidad de los hechos supondría echar abajo uno de los principales mitos del nacionalismo separatista catalán.

Un marciano catalán
José García Domínguez

El único independentista que en toda la historia del catalanismo demostrara no ser ontológicamente español fue el diputado de la Esquerra durante la transición, Francesc Vicensc. Lo que realmente fuese ese hombre siempre será un misterio insondable para mí; pero, desde luego, compatriota nuestro seguro que no era. Porque de castellano no tenía nada, pero de catalán menos. Bien es cierto algo había en el porte distinguido de aquel sutil crítico de arte que llamaba a tomarlo por británico, aunque la hipótesis más verosímil sea que se tratara de un marciano. Pues la prueba del nueve de la genuina españolidad son los libros de memorias de la tropa. De ahí que jamás se hubiese dado el caso de un íbero auténtico confesando en las suyas ni la mitad de la verdad, una vez llegado a ese instante postrero de la vida en el que ya sólo cabe estafar a los que aún no han nacido. Nunca, hasta que al alienígena Vicencs le dio por narrar su peripecia en este valle de lágrimas.

Viene a cuento hoy el insólito enigma Vicensc porque, mientras el paisa Puigcercós anda clamando contra la represión de la cultura y la ciencia bereber en Melilla, descubro por don Francesc los pormenores del "genocidio cultural" en la Barcelona de 1946. "Yo era uno de los pocos estudiantes –recuerda– que hablaba catalán. No es que la gente estuviera reprimida; es que se hablaba en español, que era la lengua de las personas cultas. Los catalanoparlantes o bien eran gente vieja o payeses, pero los universitarios hablaban en castellano. Todo eso de la resistencia cultural es pura invención". De paso, soy informado en el mismo volumen de que, desde un año antes, es decir a partir de 1945, ya era obligatorio para los alumnos cursar la materia de catalán en toda Facultad con estudios de Filología Románica. Y además, gracias a un nada sospechoso entrevistador de Vicensc –el plumilla y terrorista Oriol Malló– tomo nota con agrado de que, tan pronto como en 1944, se podía, a petición de los interesados, obtener versiones en catalán, valenciano, gallego o euskera en notarías y registros de cualquier documento de fe pública, según decreto del ministro Eduardo Aunós.

Seguro que Puigcercós, que por las patillas debe ser de ciencias, nunca se ha parado a pensar en esto. Pero ocurre que casi todos los que ya berreábamos por aquí, por la península, en cualquier jerigonza del sermo vulgaris distinta del castellano durante el siglo XIV, continuamos haciéndolo igual, ahora. Casi todos, pues falta un grupo: los que lo hacían en árabe. Y si no están es porque cuando un Estado tiene la voluntad de acabar con una lengua, simplemente, lo consigue. Así de simple, aunque ya sé que Puigcercós no lo admitirá jamás. Es demasiado español para eso.

Extraído de: Libertad Digital

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