29 julio, 2006

El caradura de las caricaturas

Imagino que recordarán la que se armó hace unos meses a cuenta de una docena de caricaturas supuestamente blasfemas contra el profeta de la religión de la paz. Desde luego, algunas caricaturas eran de un gusto ciertamente mejorable, pero la bestial y desmesurada reacción en los países islámicos fue, a todas luces, excesiva.

Y teniendo en cuenta que TODOS los países árabomusulmanes son dictaduras y controlan férreamente la información a la que acceden sus ciudadanos, es evidente que todo fue, más bien, un montaje para desviar la atención de temas más espinosos como la escalada nuclear del régimen terrorista de Irán. Las caricaturas se publicaron muchos meses antes de los incidentes, y nadie dijo nada.

Bueno, para no desviarme del tema, decir que lo que pongo a continuación es la biografía de Ahmed Akkari, ¿y quién es el tal Akkari éste? Pues el tal Akkari es el prototipo de inmigrante musulmán malagradecido, por no decir algo más fuerte. Cada vez es más frecuente, sobre todo en Europa, que jóvenes musulmanes, criados (muchos incluso nacidos) en el seno de los ricos países europeos, y con un nivel de vida infinitamente superior al que tendrían en sus países de origen, se revuelvan contra el sistema del que viven magníficamente y del que reciben toda clase de beneficios (educación, sanidad, ayudas sociales...).

Ya pudimos verlo hace unos meses en Francia, con inmigrantes musulmanes que descargaban su furia quemando los coches de sus vecinos a un ritmo de 300 por noche. En Francia hay 6 millones de musulmanes, muchos de ellos nacidos en Francia y con ciudadanía francesa. En el país incluso se prohibieron todos los símbolos religiosos en la escuela pública para no tener que prohibir el velo (que era el problemático) solamente. Y ni así. Bien es cierto que el tema tiene también su complejidad, y se relaciona con la decadencia general que viene sufriendo Francia en los últimos años.

Algo debería hacer Europa para arreglar este tipo de problemas, que sin duda irán a más, ya que en toda Europa hay más de 20 millones de musulmanes. Aunque en mi opinión, quien más debería poner de su parte son los propios musulmanes, que muchas veces sencillamente se niegan a integrarse, especialmente (y lo siento, pero es así) los magrebíes. O eso, o habrá que pensar en otro tipo de soluciones, como denegar permisos de residencia de manera sistemática. Porque si no son capaces de integrarse, no merecen vivir entre nosotros. Y menos si luego algunos hacen lo que hacen, y otros les apoyan con su silencio cómplice. Insisto, en sus manos, más que en las nuestras, está la integración.



¿Quién es Ahmed Akkari?

Nacido en el Líbano, emigró dos veces a Dinamarca, la primera como refugiado de guerra, la segunda como emigrante económico. En los noventa se convirtió en el emigrante modelo gracias a la publicidad que le dieron la prensa y la televisión. Tras obtener el permiso de residencia radicalizó sus convicciones religiosas hasta conseguir ser el imán más joven del país. Es ciudadano danés desde 2005, el mismo año en que estalló el escándalo de las caricaturas.

Akkari en una entrevista televisiva en los años 90(Libertad Digital) FDV. Ahmed Akkari nació en el Líbano en 1978. Siete años después, en 1985, su familia de 7 miembros emigró a Dinamarca huyendo de la guerra civil que asolaba el Líbano en la década de los ochenta. Beneficiándose de la generosa ley danesa en materia de asilo político obtuvieron la condición de refugiados de guerra.

En 1990, cuando la guerra en el Líbano tocaba a su fin, los Akkari regresaron a su tierra, que se encontraba devastada y en la miseria tras varios años de guerra. Eso les hizo retomar la idea de salir del país y volver a Dinamarca, lugar donde habían sido bien recibidos. En 1991 la familia
pidió de nuevo asilo político, aunque esta vez les fue denegado porque la guerra libanesa ya había terminado.

Con el apoyo de ciertos medios de comunicación que exhibieron al jovencísimo Ahmed como el inmigrante modelo, los Akkari obtuvieron un permiso de residencia humanitario en 1994. El diario Aalborg Stiftstidende publicó una carta titulada "Jeg er Dansker" (Soy danés) en la que Akkari, con sólo 15 años, insistía en que él se sentía danés y no libanés, y aseguraba no querer volver a su tierra natal donde ni siquiera entendía la lengua. La televisión danesa también le dedicó tiempo ofreciendo la imagen de un joven que quería quedarse en Dinamarca e integrarse en aquel país como un ciudadano más. Ahmed pudo ir al instituto y estudiar posteriormente para profesor en la ciudad de Aarus. Le fue concedida la ciudadanía danesa en 2005.

Antes de hacerse mundialmente famoso por el asunto de las caricaturas de Mahoma en 2005, Akkari fue condenado a 40 días de prisión
por agredir violentamente a un niño de 11 años que, accidentalmente mientras jugaba, le había quitado el velo islámico a su hermana. Akkari, que tenía 22 años y estaba de profesor en prácticas en una escuela de Aarus, cogió al niño de la oreja hasta que ésta empezó a sangrar. Tras esto le arrojó al suelo y le propinó varias patadas. La agresión trascendió gracias al testimonio de una profesora del colegio que lo vio todo y denunció a Akkari. Esta profesora fue despedida posteriormente por las presiones recibidas desde grupos musulmanes.

Según Karen Grethe, directora de la Escuela Sonderbro de Aalborg, Akkari nunca se había interesado por la religión hasta que su familia consiguió el permiso de residencia, “cuando se hizo con él, se convirtió en un ortodoxo” declaró Karen Grethe al diario Ekstra Bladet.

A pesar de que había protagonizado una sonada campaña para quedarse en Dinamarca e integrarse en la sociedad, Ahmed Akkari no dudó en casarse con una mujer libanesa, con quien tiene una hija. Desde que estalló el escándalo de la
amenaza de muerte al diputado Naser Khader, Akkari se mudó al Líbano, donde ya se había trasladado su familia con anterioridad. En el Líbano estaba preparándose para imán local, distinción de la que ya disfrutaba en Dinamarca desde 2001, año en el que se convirtió, con sólo 22 años, en el imán más joven del país.

La de Ahmed Akkari es, en definitiva, la historia de un joven emigrante musulmán que, habiéndolo recibido todo de la tolerancia y la buena disposición de un país europeo, se rebela contra ello. Y en esto, no es el único. A pesar de todo, no ha devuelto su pasaporte danés y se beneficia de él. Con motivo de los ataques israelíes sobre el Líbano, no se pensó un momento embarcar en un ferry griego fletado por el Gobierno de Copenague y salir del país.


Fuente: Libertad Digital

2 Comments:

At 09 octubre, 2006 15:03, Anonymous Anónimo said...

Aunque echo de menos la crítica a ambas partes, resulta altamente ilustrativo comprobar cómo Europa ha elegido un claro favorito en este asunto, destinando a la única democracia de Oriente Medio al aislacionismo y la vergüenza. Pero cada día más gente se pregunta por la verdad de este y otros capítulos de la política nacional e internacional... ¡ánimo!

 
At 10 octubre, 2006 11:11, Blogger Kamal said...

Buenas,
Muchas gracias por los animos. Simplemente aclararte que la razón por la que yo no hago críticas a Israel es que para eso ya están las televisiones (todas), y la mayoría de radios y periódicos. También pienso que hay menos que criticar de Israel que de la otra parte. En conclusión, prefiero aportar mi grano de arena en el sentido contrario.
Saludos.

 

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